Así que ese era Tom Kaulitz, se ve
más fornido, más hombre, pero no me interesa, que tipos más insoportables y
arrogantes. Seguí deambulando por el pasillo hasta que llegué a mi sala,
quedaban unos cuántos minutos de la clase de física, entraría a Historia un
rato para que no me molesten, aunque también es una porquería, cada país tiene
su propia forma de contar la historia, son tan subjetivos. María Helena, la suspicaz pero anciana profesora de física salió de la sala y entré, me senté a
un lado de Mary que acababa de volver de un viaje y comenzamos a hablar, para mi mala suerte,
el profesor de historia estaba enfermo y
Bill entró a la sala antes de que yo pudiera escapar. Entró, nos saludó y
comenzó a hablar, me enfermaba él y las idiotas que se le tiraban encima en
cada clase, cuando lo que menos les importaba era la música. Mientras lo
rodeaban y le hablan, los instrumentos y todo lo referente a la clase quedaba a
un lado tirado, sólo Mary y yo quedábamos ahí, me senté frente al piano
mientras Mary seguía contándome sus aventuras en California y a cuantos había
engañado por allá y comencé a tocar algo lento, simple, quería dejar de escuchar los gritos.
Mary: yo conozco esa canción ¿es
Clocks?
Tú: exacto, mi hermana la tocaba en
guitarra y yo la tenía que cantar, luego descubrí que sonaba mejor en el piano.
Mary: ¿Cómo está tu hermana? Hace
tiempo no la veo.
Cuando me disponía a responder su
pregunta, ambas nos dimos cuenta que toda la clase, incluido Bill me miraban
mientras tocaba.
Tú: ¿Qué miran, no tienen algo mejor que hacer?
Todos volvieron a lo suyo y yo salí del piano, algo sabía
tocar , pero no me clasificaba como buena, muchas
veces los dedos se me enredaban y terminaba con un ruido desastroso.
Luego de esa clase y otras más que no recuerdo, me fui a
mi casa. Al llegar el ambiente no era el mejor, mis padres estaban peleando, de
nuevo. ¿Por qué llegan temprano si la pasan mejor en la oficina? Odio cuando la
gente grita, los oídos se me estremecen y sé que algo malo está pasando, lo
único que logré hacer fue subir a saludar a mi hermana, pero en lugar de un
abrazo terminé llorando en su hombro. Quizás fue las mezcla de tantos malos
ratos, o quizás era la misma nostalgia de siempre la que me estaba atacando.
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