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miércoles, 13 de febrero de 2013

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Narras tú:

Así que ese era Tom Kaulitz, se ve más fornido, más hombre, pero no me interesa, que tipos más insoportables y arrogantes. Seguí deambulando por el pasillo hasta que llegué a mi sala, quedaban unos cuántos minutos de la clase de física, entraría a Historia un rato para que no me molesten, aunque también es una porquería, cada país tiene su propia forma de contar la historia, son tan subjetivos. María Helena, la suspicaz pero anciana profesora de física salió de la sala y entré, me senté a un lado de Mary que acababa de volver de un viaje  y comenzamos a hablar, para mi mala suerte, el profesor de historia  estaba enfermo y Bill entró a la sala antes de que yo pudiera escapar. Entró, nos saludó y comenzó a hablar, me enfermaba él y las idiotas que se le tiraban encima en cada clase, cuando lo que menos les importaba era la música. Mientras lo rodeaban y le hablan, los instrumentos y todo lo referente a la clase quedaba a un lado tirado, sólo Mary y yo quedábamos ahí, me senté frente al piano mientras Mary seguía contándome sus aventuras en California y a cuantos había engañado por allá y comencé a tocar algo lento, simple,  quería dejar de escuchar los gritos.

Mary: yo conozco esa canción ¿es Clocks?
Tú: exacto, mi hermana la tocaba en guitarra y yo la tenía que cantar, luego descubrí que sonaba mejor en el piano.
Mary: ¿Cómo está tu hermana? Hace tiempo no la veo.

Cuando me disponía a responder su pregunta, ambas nos dimos cuenta que toda la clase, incluido Bill me miraban mientras tocaba.

Tú: ¿Qué miran, no tienen algo mejor que hacer?               

Todos volvieron a lo suyo y yo salí del piano, algo sabía tocar , pero no me clasificaba como buena, muchas 
veces los dedos se me enredaban y terminaba con un ruido desastroso.  

Luego de esa clase y otras más que no recuerdo, me fui a mi casa. Al llegar el ambiente no era el mejor, mis padres estaban peleando, de nuevo. ¿Por qué llegan temprano si la pasan mejor en la oficina? Odio cuando la gente grita, los oídos se me estremecen y sé que algo malo está pasando, lo único que logré hacer fue subir a saludar a mi hermana, pero en lugar de un abrazo terminé llorando en su hombro. Quizás fue las mezcla de tantos malos ratos, o quizás era la misma nostalgia de siempre la que me estaba atacando.

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